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La economía de Rusia está en crisis. Pero eso no llevará a Putin a la mesa de negociaciones

Análisis por Lauren Kent, CNN

La economía de Rusia ha tenido que hacer frente a vientos en contra cada vez mayores este año: una inflación descontrolada, un déficit presupuestario en aumento (debido en parte al enorme gasto militar) y una disminución de los ingresos procedentes del petróleo y el gas natural.

El crecimiento económico también se ha desacelerado drásticamente. Pero es poco probable que la inminente tormenta económica lleve al presidente Vladimir Putin a la mesa de negociaciones en un futuro próximo para poner fin a la guerra en Ucrania.

Los analistas afirman que el Kremlin podría resistir durante muchos años más al ritmo actual de los combates y con las sanciones occidentales vigentes.

“Si nos fijamos en la economía en sí, no será la gota que colme el vaso”, afirmó Maria Snegovaya, investigadora principal para Rusia y Eurasia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). “No es catastrófico. Es manejable”.

De cara a los próximos tres a cinco años, Rusia podría seguir luchando, explicó, y señaló que es difícil hacer una evaluación confiable más allá de eso.

Y un contingente de economistas rusos exiliados y anti-Putin cree que la guerra de desgaste podría continuar incluso más tiempo porque la capacidad del Kremlin para librar la guerra “no está obstaculizada por ninguna restricción económica”.

Las sanciones occidentales no han infligido suficiente dolor a la economía rusa, centrada en la energía, como para cambiar los planes de Moscú para la guerra, comentó a CNN Richard Connolly del Royal United Services Institute (RUSI).

“Mientras Rusia siga extrayendo petróleo y lo venda a un precio bastante razonable, tendrá suficiente dinero para salir adelante”, expuso el alto miembro del equipo de seguridad internacional del centro de estudios con sede en el Reino Unido.

“No digo que sea un panorama realmente optimista para ellos, pero tienen suficiente para que la economía no sea un factor en el cálculo de Putin cuando piensa en la guerra”, añadió Connolly.

La historia demuestra que es más probable que Rusia acepte un acuerdo de paz desfavorable si atraviesa una recesión económica, como ocurrió al final de la Primera Guerra Mundial y durante la guerra soviética en Afganistán, afirmó Snegovaya.

Sin embargo, la situación económica actual “aún está lejos de alcanzar ese punto, y se requerirá una presión mucho mayor sobre la economía rusa y mucho más tiempo para que llegue a ese punto”, declaró a CNN.

Éstas son malas noticias para Ucrania y para la administración Trump, que ha celebrado numerosas rondas de conversaciones para intentar negociar el fin de la guerra.

Lo que ha cambiado para Rusia es que el impulso económico inicial causado por el creciente gasto militar parece haber terminado y ahora el Kremlin tiene que “seguir trasladando el peso de la guerra a la sociedad rusa”, indicó Snegovaya.

Esa carga para la sociedad se ha traducido en un fuerte aumento de los impuestos corporativos y sobre la renta, así como en un incremento del impuesto al valor agregado (IVA) para ayudar a financiar niveles récord de gasto militar.

Los consumidores rusos también se enfrentan a fuertes incrementos de precios, especialmente en los bienes importados.

Pero a diferencia de Occidente, la alta inflación “no crea mucho descontento social” en Rusia, argumentó Snegovaya, señalando los efectos de la propaganda y la represión del Gobierno.

Al igual que otros expertos, Connolly también afirmó que la inflación en la Rusia postsoviética siempre ha sido alta, por lo que los consumidores están acostumbrados. El Fondo Monetario Internacional ha pronosticado que la inflación interanual en Rusia promediará el 7,6 % este año, frente al 9,5 % de 2024.

Rusia gasta ahora casi el 40 % de su presupuesto “en agresión”, según declaró a principios de mes el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en una de las diversas estimaciones sobre el gasto militar ruso.

Dicho gasto aumentó un 38 % el año pasado en comparación con 2023, según un informe de abril del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo.

El aumento del gasto ha creado una nueva clase de “ganadores” económicos en tiempos de guerra, incluyendo contratistas de defensa, como fabricantes de armas, y obreros.

Como resultado, la desigualdad económica en Rusia ha disminuido, lo que significa que Putin enfrenta aún menos presión de algunos sectores de la sociedad, argumentan los expertos.

A medida que Rusia ha intentado sustituir algunas importaciones de Occidente, ha expandido la fabricación de textiles, calzado y productos electrónicos básicos, señaló Ekaterina Kurbangaleeva, investigadora visitante de la Universidad George Washington, especializada en investigación política y social, incluyendo datos del contribuyente ruso.

Su investigación ha descubierto que algunos trabajadores vieron sus salarios triplicarse y, en algunos casos, quintuplicarse entre 2021, el año anterior al inicio de la guerra de Rusia, y 2024.

“Fue como una inyección de adrenalina”, dijo Kurbangaleeva sobre el impulso que la guerra dio a la economía, aunque destacó la desaceleración del crecimiento económico desde entonces.

Algunas de las zonas rurales más pobres de Rusia también han experimentado una mejora económica desde el inicio de la guerra, en parte debido a los enormes cheques de pago que recibieron los soldados rusos y sus familias, una estrategia que el Kremlin ha utilizado para reclutar soldados voluntarios y evitar un reclutamiento más amplio mientras busca reemplazar a los perdidos en el frente en Ucrania.

“Los soldados rusos de hoy cobran más que cualquier otro soldado ruso en la historia”, dijo Connolly de RUSI. “Han estado ganando más dinero del que jamás habrían esperado ganar si se hubieran quedado en esas zonas relativamente deprimidas del país y hubieran conseguido otro trabajo en la economía civil”.

El Gobierno ruso también ha desembolsado grandes indemnizaciones a las familias de los soldados muertos o heridos en la guerra, señaló Kurbangaleeva.

En parte, al arrojar dinero a los trabajadores militares y a sus familias, el Kremlin ha logrado moderar el descontento a pesar de que las bajas rusas en Ucrania se acercan al millón de personas, de las cuales 250.000 están muertas, según una estimación del CSIS publicada en junio.

El Gobierno ha evitado en gran medida el tipo de protestas que se vieron durante las guerras en Chechenia y Afganistán, cuando las familias de los soldados reclutados de las regiones más pobres de Rusia y la Unión Soviética exigieron el fin de los conflictos.

“No creo que las regiones ejerzan ninguna influencia en el sostenimiento de la guerra, pero el hecho de que no se estén viendo estallidos de protesta pública alivia la presión sobre Putin cuando toma sus decisiones sobre lo que va a hacer a continuación”, manifestó Connolly.

Lo que el Kremlin puede tener en cuenta, dicen los expertos, es la preocupación por un gran grupo de veteranos de guerra que se reincorporan a la sociedad –sin trabajo y muchos de ellos con costosas necesidades médicas– si se alcanza un acuerdo de paz.

“A Putin le conviene continuar esta guerra, incluso desde un punto de vista interno”, indicó Kimberly Donovan, directora de la Iniciativa de Estado Económico del Atlantic Council.

Si bien los obstáculos económicos son manejables a corto plazo, a largo plazo podrían ser distintos.

Rusia ha recurrido considerablemente a su fondo soberano de inversión, lo que, según un reciente informe del Atlantic Council, genera “nuevas compensaciones para el Kremlin”, a medida que se reduce el colchón que antes protegía a la población de los costos de la guerra.

Según el Instituto de Economía de la Escuela de Kyiv, el valor de los activos líquidos o fácilmente convertibles en efectivo en el Fondo Nacional de Bienestar de Rusia ha disminuido un 57 % desde el comienzo de la guerra.

A medida que se agotan los recursos, “es difícil imaginar un escenario en el que el Gobierno ruso pueda sostener sus actuales gastos de defensa sin recortes sociales generalizados y visibles para la población en general”, señala el informe del Atlantic Council.

Además, las recientes sanciones que Estados Unidos y el Reino Unido impusieron a dos importantes productores de petróleo rusos, Lukoil y Rosneft, han aumentado los costos comerciales para Rusia, comentó Donovan del Atlantic Council a CNN.

“Ellos (los productores de crudo rusos) están desviando las exportaciones de petróleo a través de empresas del país más pequeñas… Todo eso está costando mucho dinero”, estimó.

Si eso se combina con la aplicación de sanciones más severas y una mayor presión sobre India y China para que dejen de comprar petróleo ruso, el Kremlin podría eventualmente cambiar su cálculo, argumentó.

Y agregó: “Cuanta más presión ejerzamos sobre Rusia con este tipo de sanciones, más les costará intentar evadirlas”.

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