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ANÁLISIS | Nikki Haley votará a favor del “caos” de Trump contra el que antes arremetía

Melissa Velásquez Loaiza

(CNN) — El cálculo político le ha vuelto a cambiar a Nikki Haley.

No hace mucho, la exgobernadora de Carolina del Sur sostenía que Donald Trump era demasiado viejo, demasiado caótico, demasiado “desquiciado” y demasiado propenso a las rabietas para volver a ser presidente y decía que no podría vencer al presidente Joe Biden.

“No siento ninguna necesidad de besar el anillo”, dijo Haley en febrero antes de suspender su campaña para las primarias. “Mi futuro político no me preocupa”.

Pero este miércoles dio el respaldo implícito que todo el mundo sabía que llegaría tarde o temprano. Haley dijo que mientras Trump no había sido “perfecto” en temas que le importan, como la política exterior y la deuda nacional, Biden había sido una “catástrofe”.

“Así que votaré por Trump”, dijo la exembajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, que formó parte del Gabinete del expresidente.

Tras una amistosa foto frente a la chimenea del Despacho Oval, dejó ese puesto en 2018 antes de que pudiera verse empañada por su asociación con el caos de Trump. A medida que se acercaba 2024 en el calendario, Haley dijo que no se presentaría a las elecciones presidenciales contra su antiguo jefe, pero lo hizo de todos modos, para furia de Trump.

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Antes de perder las primarias de su estado natal frente a Trump a principios de este año, Haley arremetió contra los republicanos que apoyaban a Trump a pesar de que en privado se desesperaban por él. “En política, la mentalidad de rebaño es enormemente fuerte”, dijo. “Muchos políticos republicanos se han rendido a ella. … Por supuesto, muchos de los mismos políticos que ahora abrazan públicamente a Trump le temen en privado. Saben el desastre que ha sido y seguirá siendo para nuestro partido. Solo que tienen demasiado miedo para decirlo en voz alta”.

Ahora Haley dice en voz alta que votará a Trump. Pero no tenía más remedio que unirse al rebaño si quiere un futuro en un partido dominado por su posible candidato. No tiene mucho recorrido emular a la exdiputada por Wyoming Liz Cheney, otrora estrella emergente del Partido Republicano, que se ha convertido en un ejemplo de lo que les ocurre a los halcones conservadores de la política exterior que se niegan a moderar las advertencias de que Trump es un peligro para la democracia.

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Haley busca preservar su futuro

Todo apunta a que Haley quiere volver a presentarse a la presidencia una vez que Trump abandone definitivamente el escenario. Así que repudiarlo ahora no serviría a ningún propósito político personal, salvo poner fin a su carrera por una cuestión de principios. La historia podría aplaudir su abnegación, pero el poder quedaría probablemente fuera de su alcance.

El movimiento de Haley reforzará la impresión de que siempre adopta el curso político más ventajoso para sus ambiciones. Pero si Biden gana en noviembre, podrá decir que predijo que Trump perdería. Si un segundo mandato de Trump es un desastre, quedó el registro de que ella predijo el caos. Entonces podría estar en condiciones de tratar de llevar al Partido Republicano de vuelta a las posiciones anteriores a Trump en política exterior y economía que parecen más cercanas a sus propias creencias, incluso si a menudo parecía en 2024 estar audicionando para el liderazgo de un partido que no existe en ninguna forma reconocible.

El exasesor de seguridad nacional de Trump John Bolton, que dijo que no se debería volver a dejar que Trump se acerque a la Casa Blanca, dijo que estaba decepcionado por la decisión de Haley. “Creo que ella obviamente ha hecho un cálculo político de que le conviene apoyar a Donald Trump”, dijo Bolton a Wolf Blitzer de CNN este miércoles.

Haley —que ganó en Vermont y Washington— no es la única potencial candidata presidencial joven del Partido Republicano, con sueños aún candentes de llegar a la Casa Blanca, que ha sufrido una transformación de este tipo. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, arremetió contra Trump cuando su propia campaña se desvaneció en el gélido Iowa en enero, y luego lo respaldó al salir de la carrera mucho más rápido que Haley.

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Durante su campaña, Haley argumentó que tanto Biden, que tiene 81 años, como Trump, que cumplirá 78 el mes que viene, eran demasiado mayores para ser presidentes y pidió pruebas cognitivas para los candidatos mayores de 75 años. Pero su decisión de centrarse únicamente en las responsabilidades de Biden este miércoles plantea la cuestión de si sus votantes la seguirán en la dirección de Trump.

Desde que suspendió su campaña, decenas de miles de votantes en las primarias del Partido Republicano han seguido votando por ella. Este apoyo es el legado vivo de una campaña en la que ella se erigió en recipiente de los republicanos que despreciaban a Trump y querían otro candidato. Haley fue especialmente fuerte en las zonas suburbanas, donde el expresidente tiene más dificultades. Y la campaña de Biden señaló que competiría por este bloque de votantes indecisos del Partido Republicano en noviembre. “Siempre habrá un lugar para los votantes de Haley en mi campaña”, dijo el presidente durante una recaudación de fondos en el estado indeciso de Georgia el fin de semana.

Sin embargo, muchos votantes de Haley confesaron en actos en Nueva Hampshire e Iowa a principios de este año que, aunque la preferían a ella, probablemente se quedarían en su partido como republicanos leales si Trump le ganaba la postulación. En ese sentido, la decisión de Haley, aunque cargada de conveniencia política, puede ser una con la que muchos de sus partidarios también estén luchando.

La elección para los republicanos a los que no les gusta Trump y están considerando a Biden es una cuestión más compleja en estas elecciones que en las anteriores. Ahora, Biden es el titular con una lista de logros y políticas que contradicen directamente las creencias centrales de muchos republicanos, incluso en política exterior y economía. Los recuerdos del caos de la administración Trump también han disminuido. Los republicanos tradicionales de seguridad nacional también pueden percibir la guerra global y el caos y la creciente enemistad de Biden con un primer ministro israelí de derechas como una razón para no cambiar su voto. “Muchos republicanos están haciendo el mismo cálculo porque la actuación de la administración Biden ha sido tan espantosa”, dijo Bolton.

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La ambición política detrás de la elección de Haley

Haley dijo que votaría a Trump mientras hablaba en el Instituto Hudson, un centro de pensamiento conservador de Washington, durante su primer gran discurso político desde que suspendió su campaña presidencial republicana.

Su anuncio durante una sesión de preguntas y respuestas parecía ilógico. Acababa de pronunciar un discurso de línea dura en el que fusionaba el belicismo de Ronald Reagan en la Guerra Fría con las notas neoconservadoras de la Administración Bush, pero prometía votar a un expresidente que ha destripado los dos códigos de política exterior del Partido Republicano con su estrategia de “Estados Unidos primero”. Haley argumentó que quería votar a un candidato que cubriera “las espaldas de nuestros aliados y pidiera cuentas a nuestros enemigos y que asegurara la frontera”. Pero durante su primer mandato, Trump se arrimó a menudo a enemigos de EE.UU. como el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el tirano norcoreano Kim Jong Un y pasó cuatro años reprendiendo a los aliados de EE.UU. en Europa y Asia por aprovecharse de Estados Unidos.

Biden, por el contrario, ha revitalizado y ampliado las alianzas estadounidenses, especialmente la OTAN, que Trump desprecia. La alianza occidental tiene ahora más dirección que en ningún otro momento desde el final de la Guerra Fría. Y puede que Trump hable bien de inmigración, pero hace poco desbarató el proyecto de ley de fronteras más conservador en décadas, aparentemente porque quería privar a Biden de una victoria electoral y preservar su narrativa de una nación asediada.

El tibio apoyo de Haley a Trump deja algunos interrogantes, como si aceptará hacer campaña por él y si instará a sus votantes a respaldarle. Aunque dijo que votaría por el expresidente, Haley le instó a tomar medidas para acercarse a sus votantes. “Trump haría bien en acercarse a los millones de personas que me votaron y siguen apoyándome, y no dar por hecho que sólo van a estar con él. Y espero de verdad que lo haga”, dijo. Trump no ha hecho ningún esfuerzo por atraer a los votantes de Haley durante la marcha hacia la candidatura presidencial, a pesar de su imperiosa necesidad de cortejar a los votantes de los suburbios. Y recientemente se apresuró a desmentir las informaciones que apuntaban a que la exgobernadora de Carolina del Sur podría estar en su lista de candidatos a la vicepresidencia.

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Pero cualquier acuerdo entre los dos enemigos políticos sería un recordatorio de que es mejor no tomarse demasiado en serio lo que ocurre en las campañas de las primarias presidenciales. Haley, después de todo, fue de un extremo a otro durante su candidatura. Pasó meses ofreciendo solo las condenas más suaves a Trump, que pretendía anular las elecciones de 2020 para mantenerse en el poder. Al igual que otros candidatos del Partido Republicano, fue incapaz de resolver el enigma de cómo enfrentarse al expresidente, que sigue siendo muy popular entre los votantes de base, evitando al mismo tiempo alienar a sus partidarios. Cuando se volvió totalmente contra Trump en medio de las nieves de Nueva Hampshire, fue como último recurso, cuando quedó claro que no tenía ningún camino hacia la candidatura presidencial.

En una entrevista el 1 de febrero con Jake Tapper, de CNN, Haley dijo que Trump había vivido algunos “momentos confusos” en días anteriores y reprochó al expresidente una “rabieta” la noche de su victoria en las primarias de Nueva Hampshire, cuando trató de apartarla de la carrera. Durante una comparecencia en Columbia, Carolina del Sur, Haley preguntó al público: “¿De verdad creen que va a ganar a Joe Biden si gasta tanto en gastos legales? No lo hará”. El 12 de febrero, Haley dijo a Tapper que Trump estaba “completamente desquiciado” y acusó al expresidente de ponerse del lado de Putin frente a los miembros de la OTAN.

“Con razón o sin ella, el caos le sigue (a Trump)”, se quejó Haley en casi todos los actos. “Tenemos demasiada división en este país y demasiadas amenazas en todo el mundo como para estar sentados en el caos una vez más”.

Pero ese es el “caos” por el que ella votará en noviembre.

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