La xenofobia de Trump está aumentando
Análisis por Aaron Blake, CNN
El presidente Donald Trump finalmente admitió este martes por la noche que se refirió a varios países, incluyendo algunos con una población mayoritariamente negra, como “países de mier**” en 2018.
Lo primero que llama la atención es que efectivamente está admitiendo que él y algunos republicanos prominentes fueron extremadamente deshonestos sobre el episodio.
Trump afirmó entonces que “ese no fue el lenguaje empleado”. Un par de senadores republicanos presentes en la reunión a puerta cerrada donde supuestamente hizo el comentario dijeron que no recordaban que hubiera usado ese lenguaje.
El senador Tom Cotton, de Arkansas, afirmó que Trump no expresó tal opinión. El entonces senador David Perdue, de Georgia, aseguró que Trump no usó esa palabra y la calificó de “grave tergiversación”.
No es precisamente una novedad que Trump mienta, pero sí lo es verlo prácticamente admitir una mentira y echar por la borda a algunos aliados que lo habían defendido (y habían ofrecido su propia credibilidad). Y eso no debe pasarse por alto aquí.
(Ni las oficinas de Cotton ni las de Perdue, quien ahora se desempeña como embajador de Trump en China, respondieron a una solicitud de comentarios).
Pero quizás lo más significativo de todo esto es lo que dice sobre el segundo mandato de Trump.
Cuando se informó que había dicho esto durante su primer Gobierno, fue un incidente internacional e incluso provocó algunas respuestas duras de los republicanos.
Pero esta semana, durante unas declaraciones en Pensilvania, cuando confirmó lo que había dicho –y lo cubrió con aún más xenofobia–, fue apenas un martes más.
De hecho, los republicanos y otros parecen haber renunciado en gran medida a controlar la retórica xenófoba de Trump, y ahora él la está utilizando de manera mucho más libre, quizás no por casualidad.
Como ocurre con gran parte de la agenda del presidente, lo que fue impactante durante su primer mandato es común y aparentemente insignificante hoy en día. Ha llevado los límites hasta ese punto. Ya nadie se sorprende.
Trump no solo confirmó el comentario sobre los “países de mi****” el martes por la noche. (El contexto era sobre aceptar menos inmigrantes de países como Somalia y Haití y más de países como Noruega, Suecia y Dinamarca, que se encuentran entre los países más blancos del mundo). También desató un torrente de comentarios aún más desagradables.
Calificó a Somalia de “inmunda, sucia, repugnante y plagada de delincuencia”. Se refirió al pañuelo de la representante Ilhan Omar como un “pequeño turbante” y animó a la multitud a corear “¡Envíenla de vuelta a Somalia!”.
Y todo esto ocurrió apenas una semana después de que Trump llamara a los somalíes “basura” y dijera que no los quería en Estados Unidos.
Ambos episodios tienen ecos de su primer mandato, pero fueron tratados de manera muy diferente en aquel entonces, incluso por parte de Trump.
Por ejemplo, cuando Trump sugirió en 2019 que miembros del llamado “Escuadrón” Demócrata, como Omar, deberían “regresar y ayudar a reparar los lugares totalmente destruidos y plagados de delincuencia de donde provienen”, fue ampliamente condenado por los republicanos. Algunos incluso lo calificaron de racista.
Apenas unos días después, cuando los partidarios de Trump corearon el cántico de “que la devuelvan” en referencia a Omar, Trump afirmó estar en desacuerdo. Intentó insinuar que en realidad no abogaba por el regreso de estos miembros, sino que solo hacía una sugerencia amistosa.
Pero esta semana, incitó esos cánticos, acentuando su diatriba contra Omar diciendo: “Debería largarse de aquí. Que la echen de aquí”.
Una gran diferencia es la forma en que el Partido Republicano ha respondido. En el primer mandato de Trump, mientras que Cotton y Perdue le hicieron un favor al presidente con el asunto de los “países de mier**”, otros republicanos no siguieron la línea.
El senador Lindsey Graham, de Carolina del Sur, por ejemplo, confirmó indirectamente el comentario en ese momento y señaló que había reprendido a Trump por ello en tiempo real.
El senador Tim Scott, el otro senador de Carolina del Sur y el único republicano negro en el Senado, dijo que, de ser cierto, “el comentario es increíblemente decepcionante”. Más de 20 senadores republicanos expresaron su decepción, en mayor o menor medida.
Cuando un periodista de CNN presionó a Trump sobre sus comentarios en un evento posterior, Trump declaró: “Quiero que (los inmigrantes) vengan de todas partes”.
Ahora, ya ni siquiera finge que eso es cierto. Trump no solo se refiere a países “de mier**; propone prohibir la inmigración de todos los países del “Tercer Mundo” tras el tiroteo en Washington, que causó la muerte de un miembro de la Guardia Nacional e hirió gravemente a otro.
Es un cambio incluso con respecto a la campaña de 2024. Cuando el comediante Tony Hinchcliffe llamó a Puerto Rico una “isla flotante de basura” en un mitin de Trump al final de la contienda, la campaña de Trump se distanció. Ahora el presidente llama abiertamente “basura” a los países que no le gustan.
Y quizás el aspecto más revelador de la evolución del Partido Republicano en este asunto involucra al vicepresidente J. D. Vance.
Mucho antes de ser la elección de Trump para el cargo, Vance era un republicano escéptico con Trump. Y uno de sus mayores problemas con Trump era —o al menos parecía serlo— su forma de hablar sobre los inmigrantes.
“Trump atemoriza a la gente que me importa. Inmigrantes, musulmanes, etc.”, publicó Vance en Twitter en 2016. “Por eso lo considero reprensible. Dios quiere algo mejor para nosotros”.
Sin embargo, hacia finales de la campaña de 2024, Vance desempeñó un papel destacado en la difusión de afirmaciones infundadas sobre inmigrantes haitianos que comían mascotas, aun admitiendo abiertamente que las historias podrían no ser ciertas.
Algunos republicanos locales se opusieron, pero el partido guardó silencio en el calor de la campaña.
Y la semana pasada, mientras Trump pronunciaba, posiblemente, sus comentarios más desagradables hasta el momento (al menos antes del martes por la noche) sobre enviar a los inmigrantes “basura” de regreso a sus países, Vance golpeó la mesa en aparente aprobación.
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