Hay decenas de buques petroleros en el Caribe que EE.UU. podría incautar. ¿Qué significaría para la economía de Venezuela?
Por German Padinger, CNN en Español
La economía de Venezuela vive de un solo producto, el petróleo, y ese producto ha sido blanco de sanciones de EE.UU. al menos desde 2019, que incluyen a la estatal PDVSA y por las cuales acaba de ser incautado un buque petrolero, el Skipper, posiblemente el primero de muchos. Solo en 2024 ingresaron a Venezuela US$ 18.372 millones por ventas de petróleo, concentrando el 87 % de todas sus exportaciones, de acuerdo con datos de la Organización de países Exportadores de Petróleo (OPEP).
A pesar de las sanciones, las exportaciones de crudo treparán este año en Venezuela a un promedio de más 900.000 barriles diarios, según la OPEP, por encima de lo producido en los últimos tres años.
Esa cifra es aún menos de la mitad de lo que bombeaba Venezuela en 2013, cuando el presidente Nicolás Maduro llegó al poder (y menos de un tercio de los 3,5 millones de barriles diarios producidos antes de la llegada de Chávez en 1999), y por esta caída en la producción, junto a la bajada del precio del petróleo, el PIB de Venezuela cayó un 53 % desde ese mismo año hasta hoy.
Aunque sigue lejos del techo alcanzado en 2012, la economía de Venezuela ha comenzado, sin embargo, a dar señales de recuperación en los últimos años gracias a la relajación de las sanciones al petróleo durante el mandato de Joe Biden en la Casa Blanca, cuando el Gobierno de Venezuela y la oposición llegaron a los Acuerdos de Barbados.
Ni siquiera la inmensa flota estadounidense que navega ahora en el Caribe con la misión de combatir al narcotráfico — cuya cabeza, dice Washington, es Maduro, algo que Caracas niega— ni los ataques a botes presuntamente cargados con drogas, ni tampoco el endurecimiento de las sanciones tras el retorno al poder este año de Donald Trump pudieron mermar el crecimiento en la producción de petróleo. Y hasta la petrolera estadounidense Chevron, que obtuvo en 2022 una licencia especial para evitar las sanciones, logró que se renovara su contrato en Venezuela.
El miércoles, la Guardia Costera de EE.UU. incautó un barco cargado con petróleo venezolano frente a las costas de Venezuela. El buque en sí estaba sancionado “debido a su participación en una red ilícita de transporte de petróleo que apoya a organizaciones terroristas extranjeras”, según dijo la secretaria de Justicia Pam Bondi, quien agregó que el buque había transportado crudo de Venezuela e Irán.
El jueves la portavoz Karoline Leavitt agregó que el buque Skipper, un petrolero de grandes dimensiones, sería llevado a un puerto estadounidense y que el petróleo venezolano en su interior sería confiscado.
Venezuela asegura que se trata de un “acto de piratería” y denunció “enérgicamente” la incautación del buque.
Pero podría no ser la última incautación.
Según fuentes consultadas por Reuters, Estados Unidos se prepara para incautar más buques sancionados que transporten crudo venezolano en el Caribe.
Leavitt no lo confirmó, pero dijo en conferencia de prensa que “no vamos a quedarnos de brazos cruzados viendo cómo los buques sancionados surcan los mares con petróleo del mercado negro, cuyo producto alimentará el narcoterrorismo de regímenes canallas e ilegítimos de todo el mundo”.
Según información de TankerTrackers.com citada por Reuters, hay más de 30 de estos buques en la zona esperando para cargar petróleo de Venezuela.
No está claro si la cifra contempla los seis buques adicionales que fueron sancionados este jueves por el Departamento del Tesoro de EE.UU., todos petroleros como el Skipper.
De acuerdo con una investigación de inteligencia de código abierto (OSINT, por sus siglas) de CNN, hay ocho petroleros sancionados por EE.UU. frente a la costa de Venezuela en este momento.
Pero si Estados Unidos lanza una campaña de incautación de petróleo venezolano en el Caribe, apoyada en el amplio despliegue militar en la región lanzado en agosto, y enmarcado en la campaña de presión que lleva adelante sobre Caracas, es de esperar que las exportaciones de crudo de Venezuela caigan y que cada vez menos navieras se arriesguen a mover el producto.
Y si las ventas de petróleo caen, Venezuela se quedará sin su principal línea de vida financiera.
Los 11 años de Maduro en el Gobierno han estado marcados principalmente por la crisis económica: el período estuvo marcados por inflación alta — por momentos hiperinflación —, escasez de productos básicos y una fuerte caída de la actividad económica.
Cuando se suma a la ecuación el progresivo deterioro de la situación política, las controversias electorales, las grandes protestas y las numerosas acusaciones de violaciones de los derechos humanos por parte del Gobierno —que Caracas rechaza y desestima—, uno de los efectos colaterales más dramáticos ha sido el éxodo venezolano: casi 8 millones de personas abandonaron el país.
Venezuela necesita de las divisas generadas por la exportación de petróleo para importar bienes y servicios que no produce, y eso puede ser cada vez más difícil si Estados Unidos decide llevar su estrategia de presión hacia el comercio de crudo.
Los precios internacionales del petróleo tampoco están en su mejor momento: el barril WTI, de referencia en Estados Unidos, se cotizaba este viernes s a US$ 57,59. Hace un año estaba en US$ 68,1 y en 2023 en US$ 71. Y en marzo de 2013, cuando asumió Maduro, cotizaba en US$ 95,54.
Es usual mencionar que Venezuela posee una de las reservas de petróleo más grandes del mundo, pero el crudo venezolano es mayormente pesado, el cual requiere de un proceso más complejo y costoso para procesar y no sirve para refinar combustible común, sino para fabricar diésel, asfalto y otros productos derivados.
Así y todo, EE.UU, el mayor productor de petróleo del mundo, se ha interesado en los últimos años por el crudo venezolano ya que necesite precisamente de la variedad pesada: en septiembre de 2025 importó a través de Chevron 102.000 barriles diarios de Venezuela, en medio de toda esa crisis.
En tanto el mayor destino del petróleo venezolano es China, que compra más de 500.000 barriles diarios, seguido por EE.UU., Europa, India y Cuba.
Trump ya intentó durante su primer mandato una estrategia de presión máxima sobre Venezuela centrada en frenar las exportaciones de petróleo, y no funcionó. La diferencia ahora es que lo hará con un portaaviones y toda una flota casi frente a la costa venezolana, con una líder opositora —María Corina Machado— galardonada con el premio Nobel de la Paz, y en medio de una narrativa de seguridad centrada en América Latina. ¿Podría entonces tener otro resultado?
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Con información de Isaac Yee.