ANÁLISIS | Musk demuestra por qué es un aliado tan poderoso para Trump y sería un enemigo aún más amenazante
Por Stephen Collinson, CNN
El discurso de Elon Musk en el Despacho Oval demostró por qué es un enemigo amenazante para el Gobierno federal y por qué el presidente Donald Trump está jugando con fuego al cederle tanto poder.
Un retrato de George Washington miraba desde la pared mientras su lejano sucesor presidencial ofrecía un espectáculo con su amigo multimillonario este martes por la tarde. Musk, con un sombrero negro que decìa MAGA, un largo abrigo oscuro y con su hijo X a veces encaramado a sus hombros, estaba enmarcado por una ventana ornamentada mientras la nieve flotaba fuera.
Ambos hicieron la defensa más fuerte hasta ahora de la operación de Musk para purgar el Gobierno federal, que está poniendo en peligro los servicios básicos y la investigación médica y profanando la misión de ayuda exterior más grande del mundo que ha salvado a millones.
Las afirmaciones de Musk sobre los abusos en el gasto y los programas frívolos fueron probablemente bien recibidos por los millones de estadounidenses que ven el pantano de Washington con profunda sospecha y dan la bienvenida a la embestida de Trump contra el Gobierno que dirige.
Pero el espectáculo fue algo más que un intento de apaciguar la creciente consternación política por el Departamento de Eficiencia Gubernamental de Musk.
Fue una declaración inequívoca de que el verdadero poder en Washington no reside en el Congreso ni en los tribunales, sino en algún lugar de la rica mezcla de egos entre el hombre más poderoso del mundo y la persona más rica del mundo.
El espectáculo fue también una evidente demostración de unidad entre Trump y Musk, en medio de constantes especulaciones sobre la tolerancia del presidente hacia un artista que rivaliza con su amor por los focos.
Y que a nadie se le escape: Trump se instaló inamoviblemente detrás del escritorio presidencial, mientras Musk se situaba a su derecha, en un reproche a una portada de la revista Time que mostraba al jefe de Tesla en el asiento donde recae la responsabilidad.
Aun así, hubo un par de ocasiones en las que Trump se sintió distraído por el inquieto movimiento del pequeño hijo de Musk. Y la labia y la sensación de impunidad que irradiaba Musk –que no ha sido elegido ni confirmado por el Congreso y puede estar burlando la Constitución– era sorprendente mientras dominaba una sala sagrada para la democracia estadounidense.
Rara vez ha habido una demostración más vívida de que una gran riqueza conlleva un gran poder. Musk se mostró muy respetuoso con Trump, y parece que disfrutan de su mutua compañía. Pero con su fortuna y su plataforma pirotécnica en su red X, va a necesitar un manejo cuidadoso por parte del presidente.
La comparecencia conjunta se produjo mientras crece la reacción contra la guerra relámpago de la burocracia que dirigen Trump y sus chicos del DOGE. Los niños prodigio enviados a los departamentos federales ya han cerrado varias agencias, entre ellas USAID y la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, y ahora tienen en el punto de mira presas mayores.
El esfuerzo está empantanado en múltiples demandas. Y algunos comentarios de altos funcionarios, como el vicepresidente J. D. Vance, han causado temores de que la Casa Blanca pueda desencadenar una crisis constitucional si hace caso omiso de las decisiones de los jueces de desistir.
Musk argumentó apasionadamente que su iniciativa está validada por el despilfarro masivo. Justificó implícitamente su esfuerzo por acceder a los sistemas de pago del Tesoro alegando que había encontrado prácticas contables decrépitas y respondió a las críticas sobre su vasto poder no electo ejercido en el corazón del Gobierno afirmando que luchaba por salvar la democracia, no por destruirla. (Esto lo dice un multimillonario acusado por algunos de los aliados europeos de Estados Unidos de interferir en sus elecciones y en su política).
Trump también tenía una frase preparada. Cuando se le preguntó si aceptaría las sentencias de los jueces de los que se quejaba por haber frenado su conmocionante inicio de segundo mandato, el presidente dijo: “Siempre acato a los tribunales”. Su comentario puede enfriar temporalmente los temores a un embrollo constitucional. Pero se trata de un hombre que hizo caso omiso de las órdenes judiciales destinadas a moderar su retórica durante su juicio penal por suplantación de identidad.
Musk es un orador convincente y claramente disfrutó de la oportunidad de actuar y persuadir.
El jefe del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental de Trump tuvo cuidado de mostrar deferencia hacia el presidente, señalando que llama para asegurarse de que está haciendo lo que Trump quiere. Sin embargo, la aparición conjunta ante los medios a última hora de la tarde sugirió que la Casa Blanca sentía que necesitaba recuperar la narrativa sobre la historia del DOGE, ya que algunos legisladores del Partido Republicano se ponen nerviosos por el impacto de los recortes de gastos del Gobierno y los despidos entre sus votantes, ya que los trabajadores federales no se limitan a Washington, sino que se extienden por todos los estados.
Las explicaciones de Musk también podrían haber tenido la intención de disipar la impresión de que está dando un mazazo a las operaciones federales en secreto, sin una supervisión significativa, y que está plagado de desastrosos conflictos de intereses. Su disposición a ponerse en pie y responder a las preguntas de los periodistas fue su primer acto de apertura.
“No creo que haya habido, no sé… un caso (de) una organización (que) haya sido más transparente que la organización DOGE”, insistió Musk.
La presentación de Musk ayuda a explicar por qué, a pesar del revuelo que ha causado, el ataque total de Trump contra el Gobierno federal es un éxito político, al menos por ahora.
Los estadounidenses votaron por el cambio el pasado noviembre. Estaban enfadados con una burocracia que muchos sentían que ignoraba sus necesidades cuando la presidencia de Joe Biden cayó en la inercia en sus últimos meses. La base de Trump quiere exactamente el tipo de sacudida que él ha iniciado. El Gobierno ha sido impopular entre los conservadores ideológicos durante décadas y la idea de enormes recortes del gasto –al menos en teoría– es un tema popular. Los burócratas del Gobierno federal también son víctimas perfectas, ya que los partidarios de MAGA los ven como élites con empleos vitalicios y pensiones garantizadas que han sesgado el sistema político. En esta visión del mundo, los demócratas y los miembros de los medios de comunicación que ponen de relieve los acaparamientos de poder de Trump y Musk son vistos como habitantes del mismo pantano que defienden al odiado Gobierno.
“La gente votó por una gran reforma del Gobierno y eso es lo que la gente va a conseguir”, dijo Musk. “En eso consiste la democracia”.
El éxito de Musk hasta ahora es fruto de su decisión de elegir los objetivos más fáciles, como USAID y CFPB. La ayuda exterior no suele ser popular entre los votantes, especialmente en una época en la que un presidente del lema “Estados Unidos primero” (“America First”, en inglés) dirige la Casa Blanca. Y la Oficina del Consumidor lleva años en el punto de mira de los legisladores republicanos.
Pero los próximos objetivos podrían ser políticamente más dolorosos para Trump y su base. Ha insinuado que el Departamento de Educación ocupa un lugar destacado en la lista, y podría lograr una hazaña soñada por varios presidentes republicanos con un cierre. Pero cualquier interrupción de los préstamos estudiantiles o de importantes programas de educación en los estados podría enfadar a los votantes más allá de los molestos por el desmantelamiento de USAID.
Trump pidió este martes el desmantelamiento de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias, a la que lleva meses ablandando con sus infladas afirmaciones de que falló a los habitantes de Carolina del Norte tras el paso de un huracán el año pasado. Un nuevo sistema de envío directo de ayuda a los estados parece una gran idea para ahorrar dinero y acabar con la burocracia. Pero la pérdida del conocimiento institucional y la infraestructura de la FEMA podría rebotar políticamente contra la Casa Blanca si fracasa la respuesta a un futuro desastre natural.
Musk está planteando algunas preguntas inquisitivas para el Gobierno federal e inevitablemente encontrará despilfarro en una organización tan grande; incluso si muchas de sus afirmaciones no están respaldadas por todo el peso de la evidencia para permitir a los votantes juzgar por sí mismos.
Pero los nuevos recortes en los gastos de funcionamiento de las instituciones de investigación médica financiadas a través de los Institutos Nacionales de Salud, que parecen buenos sobre el papel, podrían sabotear un enlace entre el Gobierno federal y las universidades estadounidenses que ha convertido a Estados Unidos en la potencia mundial de los avances clínicos. Y tanto los estados rojos como los azules podrían salir perdiendo financieramente, ya que las universidades estatales son motores económicos y empleadores vitales. Una matizada declaración de fin de semana de la senadora por Alabama, Katie Britt, en la que pedía un enfoque “específico” para ahorrar el dinero de los contribuyentes utilizado por los NIH, dejaba entrever el dilema al que pronto podrían enfrentarse los legisladores del Partido Republicano.
La posibilidad de que Musk se convierta en una fuente de escándalos en lugar de su azote también ensombreció la comparecencia conjunta ante los medios.
Dijo que, dado que los miles de millones de dólares en contratos de los que disfrutan sus empresas en conflictos federales eran públicos, cualquiera podía ver si se estaba beneficiando. Eso no es nada tranquilizador viniendo de un magnate de la tecnología que ahora supervisa agencias que supervisan a sus empresas.
La promesa de Trump de que “no lo dejaríamos” aprovecharse de su posición quedó devaluada por su falta de voluntad para abordar sus propios conflictos descomunales y el anuncio de la Casa Blanca este martes de que Musk solo presentaría un formulario de divulgación confidencial, como empleado especial no remunerado del Gobierno.
“La transparencia es lo que genera confianza”, dijo Musk sobre la campaña de DOGE en las redes sociales, aparentemente sin darse cuenta de la ironía de su situación personal.
Así, un espectáculo en el Despacho Oval –diseñado para calmar las inquietudes sobre el visionario tecnológico, mercurial y no elegido que actualmente pulveriza el Gobierno estadounidense desde dentro– no hizo sino reforzar la caricatura.
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