OPINIÓN | La guerra de los ‘fakes’
Por Mari Rodriguez Ichaso, CNN en Español
Años atrás, para encontrar copias de marca famosas, había que ir al Chinatown de Nueva York. Viví esa época en mi ciudad y era increíble lo que se encontraba en las calles. Después, la Policía y el gobierno de la ciudad -presionados por los fabricantes de objetos de lujo- empezaron a perseguir estos fakes que venían mayormente de Asia y la calidad de estas prendas decayó. Llegó un momento en que incluso se dejaron de vender.
Pero hace dos o tres años que esto cambió y de nuevo el Chinatown neoyorquino está invadido de fakes y la calidad de los productos (tengo que admitirlo porque lo he comprobado) es generalmente excelente. Si, así es, igual que la gran variedad de marcas a la venta en las aceras, incluyendo las más novedosas y exclusivas
Hoy en día, encontrar fakes ya no es difícil, aunque las compañías de objetos de lujo persigan lógicamente su venta. Un amiga me explicó que en un reciente viaje a Estambul advirtió fakes de todas las marcas del universo vendiéndose abiertamente en tiendas, igual que en el famoso Gran Bazaar. En muchas otras partes del mundo ocurre lo mismo. En Japón, donde mi hija estuvo recientemente, no sólo venden fakes sino que está muy de moda vender (¡en tiendas muy elegantes, por cierto!) copias ligeramente usadas de las marcas genuinas -bolsos, relojes o accesorios llamados “pre loved”- a una fracción de su precio original.
Y esto ocurre en todas las ciudades de Europa, donde vemos los fakes en las aceras, y en ciudades muy sofisticadas como Hong Kong, donde el mercado (presencial y en línea) de copias de todo tipo, incluyendo zapatos, bolsos, joyería, perfumes, electrónicos y ropa, es enorme y muy impresionante.
A finales de 2024 se sumó otro fenómeno mucho más interesante. Sin ocultar para nada su intención comercial, Walmart, una de las grandes cadenas de Estados Unidos, vendió un bolso que imita al Birkin, la famosa y supercarísima prenda de Hermès, tanto en sus tiendas físicas como en su plataforma digital, rebautizado por la gente como “Wirkin”.
Un reportaje de CNN da cuenta de que los compradores que cuidan su presupuesto y buscan alternativas de lujo acudieron en masa a comprar el “Wirkin”, cuyo precio, de US$ 78, es desde luego mucho más asequible que el original de Hermès, que cuesta miles de dólares. Muchos “Wirkins” parecen haberse agotado después del revuelo en las redes sociales y de hecho la cartera ya no se consigue en la tienda online de Walmart.
En el reportaje se afirma que las marcas de lujo como Hermès han seguido siendo objeto de atención pública, pero los precios de sus productos están fuera del alcance de la mayoría de las personas. No obstante -afirman- a los compradores les encanta darse el gusto, lo que hace que los duplicados más baratos y de alta calidad resulten atractivos. Uno de los fabricantes de un “Wirkin” dijo a CNN que la cartera está elaborada con piel de vaca auténtica y cuero sintético en su interior.
En vista de ese fenómeno me pregunto: ¿llegará el momento -no muy lejano-en el que a nadie le interese tener la copia genuina del producto? ¿Resultara más divertido y excitante tener los fakes, ya sean autorizados o no autorizados? ¡Pues sería un ejemplo del mundo del consumo completamente desbocado! ¿No creen?
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