ANÁLISIS | Trump quiere que China desempeñe un papel en la paz en Ucrania. ¿Está dispuesto Xi Jinping a ayudar?
Por Simone McCarthy, CNN
A medida que la guerra en Ucrania avanza hacia su cuarto año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dejó claro cuál líder mundial cree que puede ayudar a Estados Unidos a poner fin al conflicto: Xi Jinping, aliado de Vladímir Putin.
“Con suerte, China puede ayudarnos a detener la guerra con, en particular, Rusia-Ucrania… tienen un gran poder sobre esa situación, y trabajaremos con ellos”, dijo Trump a las élites políticas y empresariales reunidas en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, el mes pasado.
Trump expresó esa esperanza, según dijo en repetidas ocasiones, en una llamada con el líder chino días antes tomar posesión de su cargo el mes pasado, y es un tema que podría plantearse en los próximos días cuando funcionarios de todo el mundo se reúnan en Múnich para una conferencia anual sobre seguridad.
Si bien Trump puede haber complicado su plan de orquestar la paz junto a Xi al imponer un arancel general del 10% a las importaciones chinas en Estados Unidos a principios de este mes, la guerra en Ucrania podría ser un tema de colaboración poco frecuente, especialmente cuando Beijing busca evitar la profundización de las fricciones comerciales.
“Dado lo que está en juego en las relaciones entre Estados Unidos y China, si Trump considera que la cooperación de China es la cuestión crítica que podría mejorar las relaciones entre ambos países, creo que China se sentirá muy tentada… y podría desempeñar un papel útil”, dijo Yun Sun, directora del Programa sobre China del centro de estudios Stimson Center de Washington. Al mismo tiempo, añadió, Beijing se cuidará de no socavar su alineamiento con Rusia.
China lleva mucho tiempo tratando de posicionarse como posible mediador de paz en el conflicto, promoviendo su propia propuesta, vagamente formulada, para resolver la guerra. Pero en Occidente, su apuesta se ha visto eclipsada hasta ahora por otra realidad: el constante apoyo de Beijing a la Rusia de Putin.
Xi se jugaría mucho si se arriesgara a dañar esa alianza, que el líder chino ha construido como parte fundamental de sus objetivos más amplios de contrarrestar la presión de Occidente y remodelar un orden mundial a favor de China.
Y una mesa de negociaciones en la que Xi ocupa un lugar destacado es también una en la que Putin, y no Trump, tiene un socio incondicional, una realidad que Washington tendría que navegar con cuidado si no quiere arriesgarse a aislar a los aliados europeos o llegar a una solución que sea inaceptable para Ucrania, dicen los analistas.
“El verdadero resultado que Beijing querría evitar es una Rusia muy debilitada”, dijo Chong Ja Ian, profesor asociado de la Universidad Nacional de Singapur. “Porque entonces… (a Beijing) le faltaría un socio importante”.
Se espera que el futuro del conflicto ocupe un lugar destacado en el orden del día de la próxima Conferencia de Seguridad de Múnich, que comienza este viernes en Alemania, y en la que el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, se reunirá con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. El Ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, también encabezará una delegación de Beijing.
Sobre la reunión se cierne un dramático cambio de tono en el enfoque de Washington sobre la guerra. Trump cuestionó la ayuda estadounidense al país asediado, que su predecesor Joe Biden y los aliados estadounidenses de la OTAN han considerado fundamental para defender no sólo la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, sino también el orden mundial basado en normas.
En una entrevista concedida a Fox News a principios de esta semana, el notoriamente transaccional Trump sugirió en cambio que Estados Unidos debería obtener acceso a los ricos recursos naturales de Ucrania a cambio de ayuda militar. También sugirió que Ucrania “puede ser rusa algún día”, y dijo que su administración hizo “enormes progresos” en sentar las bases para posibles conversaciones de paz con Rusia y Ucrania, sin proporcionar detalles.
Miembros de la administración Trump están listos para reunirse con funcionarios ucranianos en los próximos días. Algunas fuentes dijeron a CNN que se espera que el secretario del Tesoro Scott Bessent viaje a Kyiv para discutir sobre los depósitos minerales críticos del país. El enviado especial de Trump para Ucrania, Keith Kellogg, también tiene previsto visitar el país tras las reuniones en Múnich.
Zelensky ha dicho que está dispuesto a negociar con Putin, pero solo si Estados Unidos y Europa siguen apoyando a Ucrania y “ofrecen garantías de seguridad”, mientras que Rusia ha reiterado en los últimos días que solo aceptaría una paz en la que Ucrania renunciara a sus ambiciones de entrar en la OTAN y cediera regiones anexionadas por Rusia.
Sin embargo, aunque Trump está presionando para que se ponga fin rápidamente a la guerra, su administración aún no ha concretado qué tipo de condiciones de paz espera que se acuerden.
Hasta qué punto Trump estaría dispuesto a trabajar con Xi –y si el líder chino está dispuesto a ello– también puede depender en cierta medida de esos parámetros, dicen los observadores. En el pasado, los líderes occidentales han intentado, sin éxito, persuadir a Xi para que empuje a Putin hacia una paz en línea con la defendida por Zelensky y Ucrania.
Aunque China se ha declarado neutral en el conflicto y ha hecho un llamamiento a la paz, se ha erigido en un salvavidas diplomático y económico clave para Rusia a lo largo de la guerra, entre otras cosas mediante el envío de productos de doble uso que, según los dirigentes de la OTAN, alimentan el sector de defensa ruso y facilitan su capacidad militar. Beijing defiende su comercio como parte de las relaciones normales con Rusia.
Es probable que, a los ojos de Trump, todo eso dé a Xi influencia sobre Putin. Pero observadores cercanos de la política exterior china dicen que no es tan sencillo.
“¿Puede China amenazar con cortar el suministro (de bienes esenciales a Rusia)? No puede, porque China no puede permitirse una Rusia completamente fallida”, dijo Liu Dongshu, profesor asistente especializado en política china en la City University of Hong Kong. Liu Dongshu señaló que Beijing considera que sus relaciones con Estados Unidos y Europa se han deteriorado tanto que no tiene más remedio que seguir apoyando a su único aliado diplomático poderoso.
Xi y Putin declararon de forma memorable su asociación “sin límites” semanas antes de que los tanques rusos invadieran las fronteras soberanas de Ucrania, un compromiso basado en su oposición común a la OTAN y en la opinión de que el Occidente liderado por Estados Unidos está en declive mientras ellos están en auge.
Según algunos observadores, Xi también ve en Putin una posible fuente de apoyo económico y diplomático si Beijing llegara a invadir Taiwán. La ambición de Xi de hacerse con el control de la democracia autogobernada puede ser otra razón clave por la que desconfiaría de cualquier movimiento que pudiera dañar esa relación.
El líder chino también puede estar disfrutando del papel de la guerra como una distracción para EE.UU. lejos de centrarse en Asia y Taiwán; algo que la cohorte de Trump, incluido el vicepresidente Vance, han señalado.
Como senador estadounidense, Vance argumentó el año pasado que el suministro de sistemas de defensa aérea a Ucrania por parte de EE.UU. podría perjudicar su capacidad para ayudar a la defensa de Taiwán si China atacara la isla que reclama como propia.
Trabajar con Trump para presionar a Putin a sentarse a la mesa de negociaciones -–independientemente de los términos del acuerdo– también supondría un cambio radical en el enfoque que Beijing dieron hasta ahora al conflicto.
Xi y sus funcionarios utilizaron la guerra como plataforma para promover una visión de un mundo liderado por China, en el que el sistema de alianzas estadounidense fuese desmantelado o debilitado.
“China se centra en la construcción de una coalición de naciones no occidentales, incluidos países en desarrollo influyentes como Brasil, para aprovechar el conflicto de Ucrania con el fin de remodelar la arquitectura de seguridad global y promover una visión alternativa del orden mundial”, dijo Tong Zhao, investigador principal de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional en Estados Unidos.
Beijing tendrá pocos incentivos para entablar una cooperación sustancial con Washington por ahora, dijo Zhao, señalando que sus funcionarios, sin embargo, esperarían a ver qué beneficios podrían obtener de cualquier posible acuerdo más amplio con Trump.
Dicho esto, el actual presidente estadounidense –un crítico de la OTAN, que ha expresado en repetidas ocasiones su admiración personal por Putin y Xi– puede ser un socio negociador más atractivo para ambos hombres fuertes.
Antes de asumir el cargo, Trump pidió un “alto el fuego inmediato y negociaciones”, una posición que coincide con la postura declarada de Beijing sobre la guerra, criticada por Occidente por considerarla útil para Rusia. En las últimas semanas también se ha hecho eco de los puntos de discusión de Moscú y Beijing, simpatizando con la opinión del Kremlin de que Ucrania no debería formar parte de la OTAN y que la guerra continuó porque Estados Unidos “comenzó a verter equipos” en Ucrania.
Los legisladores estadounidenses y algunos miembros de la administración de Trump siguen siendo duros con ambos países. Pero la postura de Trump plantea la cuestión de si hay un acuerdo que Beijing, Moscú y Washington podrían orquestar que complazca a los tres; y lo que eso podría significar para Ucrania y el futuro del conflicto.
“Se puede ver cómo cada uno podría sacar algo de (ciertos acuerdos de paz): Putin puede lavar su imagen, Xi y Trump pueden pretender ser pacificadores”, dijo Robert Ward, director de geoeconomía y estrategia en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en Gran Bretaña.
Pero existe el riesgo de que cualquier acuerdo que deje a Rusia en posesión de las partes de Ucrania que está ocupando ahora se convierta en “un conflicto que no ha llegado a su fin, es solo una tregua”, dijo.
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Mariya Knight, Maria Kostenko, Frederik Pleitgen, Katharina Krebs y Caitlin Danaher de CNN contribuyeron a este reportaje.